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Y nosotros, ciegos, que sólo podemos abrir ojos obscurecidos cuando miramos a las inocentes condenadas, bien sabemos que no sentimos compasión por ellas solas, que no dejamos de comprenderlas a ellas solas, sino que nos hallamos frente a una forma, lamentable de la gran fuerza que nos anima y nos devora, también. Sí, si se quiere,

esto es triste, como es triste todo en la Naturaleza, cuando se la mira de cerca. Así será mientras no sepamos su secreto, si lo tiene. Y si un día llegamos a saber que no lo tiene, o que ese secreto es horrible, entonces nacerán otros deberes que quizá no llevan nombre todavía.

Entretanto, que nuestro corazón repita, si lo desea : «Eso es triste,» pero que nuestra razón se contente con decir : «Eso es así.» Nuestro deber del momento es indagar si no hay nada detrás de esas tristezas, y para eso no hay que apartar los ojos de ellas, sino mirarlas fijamente, y estudiarlas con tanto interés y tanto valor como si fueran alegrías.

  En aquel lugar, como donde quiero, que se pongan, las colmenas habían dado a las flores, al silencio, a la suavidad del aire, a los rayos del sol, un significado nuevo. En cierto modo se tocaba el objeto de la fiesta del verano. Descansábase en la encrucijada fulgurante, a que convergen y de donde irradian los caminos aéreos que desde el alba hasta el crepúsculo recorren, atareados y sonoros, todos los perfumes de la campiña. Allí íbase a oír el alma, dichosa y visible, la voz inteligente y musical, el foco de alegría de las horas hermosas del jardín. Allí iba a aprenderse, en la escuela de las abejas, las preocupaciones de la Naturaleza omnipotente, las luminosas relaciones de los tres reinos, la organización inagotable de la vida, la moral del trabajo ardiente y desinteresado y lo que es tan bueno como la moral del trabajo, las heroicas obreras enseñaban también a gustar el sabor algo confuso del descanso, subrogando, por decirlo así, con los rasgos de fuego de sus mil alitas, 

las delicias casi intangibles de aquellos días inmaculados que giran sobre sí mismos en los campos del espacio, sin traernos nada más que un globo transparente, vacío de recuerdos, como una felicidad demasiado pura.

Eles estremecem na escuridão. 'Eles sufocam em uma multidão agitada; Dir-se-ia que são prisioneiras doentes ou rainhas destronadas que não tiveram mais que um segundo de brilho entre as flores iluminadas do jardim, para voltar imediatamente à miséria vergonhosa de sua morada taciturna e plena.

O que acontece com elas é o que acontece com todas as realidades profundas. Você tem que aprender a observá-las.

Um habitante de outro planeta que viu os homens entrando e saindo quase insensivelmente pelas ruas, aglomerando-se em torno de certos edifícios, ou em certas praças, esperando sabe-se lá o que, sem movimento aparente, no fundo de seus quartos, também deduziria que são inertes e miserável. Apenas no longo prazo a atividade múltipla é delimitada por essa inércia.
Tienen, sin embargo, toda una escala de sonidos que nosotros mismos discernimos y que va de la felicidad profunda a la cólera, a la desespe- ración; tienen la oda de la reina, los estribillos de la abundancia, los salmos del dolor; tienen por fin, los largos y misteriosos gritos de guerra de las adolescentes, en los combates y las matanzas que preceden al vuelo nupcial.

¿Será la música eventual que no influencia su silencio interior?

Verdad que no las conmueven los ruidos que producimos en torno de la colmena, pero quizá consideren que esos ruidos no son de su mundo y no tienen interés alguno para ellas. 

Extraña republiquita, tan lógica y tan grave, tan positiva, tan minuciosa y tan económica, y sin embargo, víctima de sueño tan vasto y tan precario. Pequeño pueblo tan resuelto y tan profundo, alimentado de calor y de luz, y de lo más puro que hay en la naturaleza,

el alma de las flores, es decir, la sonrisa más estridente de la materia, y su esfuerzo más conmovedor hacia la felicidad y la belleza, ¿quién nos dirá los problemas que has resuelto y que nos quedan por resolver, las certidumbres que has adquirido y que nos quedan por adquirir?

Y si es verdad que has resuelto esos problemas, que has adquirido esas certidumbres, no con ayuda de la inteligencia, sino en virtud de algún impulso primitivo y ciego, ¿hacia qué enigma más insoluble aún nos empujas? Pequeña ciudad llena de fe, de esperanzas, de misterios ¿por qué aceptan tus cien mil vírgenes una tarea que ningún esclavo humano ha aceptado jamás? Si economizaran sus fuerzas, si se olvidaran algo menos de ellas mismas, si fueran un poco menos ardientes en el trabajo, verían otra primavera y un segundo estío; pero en el momento magnífico en que todas las flores las llaman, parecen acometidas por la embriaguez, mortal del trabajo, y con las alas rotas, con el cuerpo reducido a nada y cubierto de heridas, perecen casi todas en menos de cinco semanas.



En cambio no se detiene a contar ni las joyas ni los favores que siembra en el camino de los amantes que menos interés ofrecen. Por todas partes grita: «Unir, multiplicar, no hay otra ley, no hay otro objeto que el amor», aunque sea para agregar en voz baja: «Y durada después, si pueden, que eso a mí no me incumbe ya.»

Por más que se haga, por más que se quiera otra cosa, en todas partes se tropieza con esta moral tan distinta de la nuestra.

Consideren otra vez, en esos mismos pequeños seres, su avaricia injusta y su fausto insensato. Desde que nace hasta que muere, la austera recolectora tiene que ir allá lejos, a la más intrincada maleza en busca de las flores que se ocultan. Debe descubrir en los laberintos de los nectarios, en las sendas secretas de las anteras, la escondida miel y el oculto polen. 

Y luego, cuando se llega a cierta altura de la vida, se experimenta más placer diciendo cosas verdaderas que cosas sorprendentes.

Conviene en esta, como en cualquier otra circunstancia, atenerse a este principio; si la gran verdad desnuda parece por el momento menos grande, menos noble o menos interesante que el adorno imaginario que podría prestársele, la culpa está en nosotros, que todavía no sabemos discernir la relación siempre sorprendente que debe tener con nuestro ser todavía ignorado y con las leyes del Universo, y en este caso no es la verdad sino nuestra, inteligencia la que necesita verse engrandecida y ennoblecida.

… chamamos de fatalidade a tudo que ainda não compreendemos.

Muitos consegue chegar a porta e fugir para o espaço. Mas, sobre a tarde, apertados pela fome e pelo frio,

voltam tumultuosamente à entrada, a implorar abrigo.


Aunque supiéramos que mañana mismo una revelación, una comunicación con un planeta más luminoso por ejemplo, había de trastornar nuestra Naturaleza, suprimir las pasiones, las leyes y las verdades radicales de nuestro ser, lo más sensato sería consagrar todo este día a interesarse en essas pasiones, esas leyes y esas verdades, a armonizarlas en nuestro espíritu, a

permanecer fieles a nuestro destino

, que es el de esclavizar y elevar algunos grados en nosotros mismos y en torno nuestro las fuerzas obscuras de la vida.

Brevemente veremos todo lo que abandona a cambio del bienestar, la seguridad, la perfección arquitectónica, económica y política.

Sim, isto é triste, como tudo é triste na natureza, quando a olhamos de perto. E assim será, enquanto não soubermos o segredo dela, ou se ela tem realmente algum segredo. E se nós soubermos um dia que ela não o tinha ou que esse segredo era horrível, então surgirão outros deveres, que talvez não tenham ainda nome. Entretanto, repita o nosso coração, se lhe apraz: Isto é assim”. O nosso dever é indagar se não haverá nada atrás daquelas tristezas; e para isso, é preciso não desviar delas a vista.

Na essência, o pouco que temos aprendido devemo-lo a hipóteses, sempre arriscadas, muitas vezes absurdas, e, pela maior parte, menos circunspectas que as de hoje.

Realizamos certos atos, cujos efeitos julgamos conhecer, e os sentimos, gabando-nos de penetrar as causas, melhor que os animais; mas além de que essa suposição não tem base inabalável, aqueles atos são mínimos e raros, comparados com a quantidade  enorme dos outros; e todos eles, os mais conhecidos e os mais ignorados, os menores e os mais grandiosos, os mais próximos e os mais afastados, realizam-se numa noite profunda, onde é provável que nos víssemos quase cegos.

Depois deste grande progresso, que embora antigo e hereditário, é também atual, achamos uma infinidade de pormenores, imensamente variáveis, que nos provam que a indústria e até a política não fixaram em fórmulas inquebrantáveis


Se do alto de uma montanha visse andar pelas ruas e praças públicas das nossas cidades os pequeninos pontos negros que nós somos no espaço, formaria, à vista dos nossos movimentos, dos nossos edifícios, dos nossos canais das nossas máquinas, uma idéia exata de nossa moral, da nossa maneira de amar, de pensar, de esperar, numa palavra, do ser íntimo e real que nós somos?

O homem tem a faculdade de não se submeter as leis da natureza, e saber se fez mal ou bem, usando dessa faculdade, é o ponto mais grave e menos esclarecido de sua moral. Mas não é menos interessante surpreender a vontade da natureza num mundo diferente.

Se poupassem as suas forças, se fossem um pouco menos esquecidas de si próprias, um pouco menos ardentes no trabalho, tornariam a ver outra primavera e um segundo verão.

… procede daquele “simples bom senso”, que frequentemente faz muito mal e que respondia a Galileu: “Não é a terra que gira, porque vejo o sol mover-se nos céus, subir de manhã e descer à tarde, e porque nada pode prevalecer ao testemunho dos meus olhos.

Aunque el presente parezca triste, todo lo que la mirada alcanza está poblada de esperanza.